lunes, 5 de junio de 2017

CUENTO MI HOMBRE PERFECTO





Nos citamos, quedamos de vernos por primera vez al yo salir del trabajo. Estaba nerviosa como si fuese la primera vez que vería a un hombre en mi vida. Estaba ansiosa pero feliz, ya habíamos tenido contacto por mensajes de textos y nos habíamos visto a través de cámara por las redes.




Era como si ya nos conocíamos y simplemente íbamos a confirmarlo. Cuando lo vi, mi corazón comenzó a latir como si fuesen caballos galopando en un hipódromo y mi garganta se secaba como un río que iba perdiendo sus aguas, sin emitir una palabra, me acerqué a él y le di un “hola” justo en su boca, sellando así nuestro primer encuentro.



Nos retiramos y nos reímos pues los dos pensábamos iguales. Era como una conexión, una química única y exquisita. Sus ojos tenían un lenguaje que me parecía ya muy familiar.
Nos abrazamos entonces dentro del vehículo y sin emitir una sola palabra nos quedamos abrazados en un gran abrazo de oso.
Él tenía la cara más tonta de felicidad que pude haber visto en mi vida y creo que por igual, él también la veía en mí.

Empezamos a hablar tantos temas sin parar y nada nos aburría. No existía la pausa entre nosotros y solo conversamos y reímos. Hacíamos bromas uno con el otro como si ya estuviéramos acostumbrados a hacerlo.

Esa pequeña costumbre, sin serlo, me hizo ser la mujer más feliz del mundo… sentí que había encontrado al hombre de mi vida, al hombre de mis sueños.
Nos amamos desde ese entonces sin pausas ni tantas prisas. Descubrí que encontré al hombre perfecto para mí en todo el sentido de la palabra.
Jean, se llamaba mi amor de novela. Era un hombre alto, fuerte, de pelo rizado y peinado hacía atrás con un buen corte siempre. Tenía la boca más sensual para mí, en mi mundo. Una mirada profunda la cual les aseguro podría desnudar a cualquier mujer.
Pero había una situación, Jean era un hombre casado y con dos hijos. Esta situación la sabíamos ambos y la respetamos como tal y nunca tocábamos el tema, hasta que los días, las semanas y los meses empezaron a cuestionarnos.

Comenzamos las peleas pues ambos nos habíamos enamorado y nos exigimos ambos ese amor a nuestro estilo. Yo le exigía tiempo y él me exigía que estuviera de mi casa al trabajo; por sus celos de que me encontrara a ese alguien a lo mejor soltero y que esa persona imaginada estuviera solo para mí.

Mientras tanto yo, estaba tan celosa de su esposa que sí vivía con él y se quedaba en una cama con él y bajo un mismo techo con sus hijos. Aunque ella no fuera feliz con él pues, sabía perfectamente que su corazón me pertenece.

Al cabo de un tiempo, la esposa de Jean enfermó y murió. Tenía cáncer. Quedó solo y fue la única manera en la que Jean pudo dejar su hogar y vivir conmigo. Eso realmente me dolía y tenía carcomido mi corazón por unos cuantos años; pensaba que si Paula “así se llamaba ella” no hubiera muerto, aun yo estaría llorando porque su amor fuera completo para mí.

Esas dudas se fueron al pasar los años y al yo brindarle a sus hijos el amor que le hacía falta de su madre y a la vez, al darle una niña hermosa llamada Jeana, la cual, concebimos con tanto amor y de la misma forma llegó a nuestro hogar para complementar y consagrar nuestra hermosa historia de amor. Hasta el sol de hoy vivimos nuestro amor como si fuese nuestro primer encuentro.

 Autor: Anónimo
Facilitadora Jenny Mago
Asignatura: Español-UAPA


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ScienceDirect

  Dra.  Jenny Mago   ScienceDirect es una plataforma electrónica fácil de usar que ofrece artículos en texto completo escritos por investiga...