El hacerse profesional, es una tarea de
perseverantes y valientes, existen muchas cualidades que si no la tienes hay
que cultivarlas, en muchas ocasiones se
confunde el orgullo con la dignidad.
La dignidad es inherente al ser humano, constituye la autonomía, libertad y racionalidad que tienen los individuos al tomar una decisión. La dignidad se va forjando en el seno de la familia y se fomenta en la escuela, mientras que el orgullo es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás y usualmente se fomenta en el hogar.
Hoy en día donde se han perdido tantos valores, no te puedes dejar confundir, hay que estar bien firmes para mantener esta dignidad que es sinónimo de libertad, por ningún motivo, ni económico, ni material, puedes alejarte de ella.
Lamentablemente las
situaciones económicas a la que viven sometidos los seres humanos no
contribuyen con la dignidad, en los espacios que con frecuencia se puede comprobar, es en los espacios laborales, donde en
ocasiones existe el chantaje y la manipulación por terceros para lograr sus
objetivos.
Los grandes peligros a los que se puede enfrentar una persona que no tenga dignidad es que puede ser sometido a atropello, a los cuales se puede acostumbrar el individuo y por supuesto, esto termina mancillando la autoestima.
En estos días he
observado como muchos colegas y conocidos se han convertido en personas sin
dignidad, valga la redundancia que indignante es ver personas preparadas a los que se les tiene una alta estima,
asumir comportamientos totalmente descontextualizados…… hay que estar con los
pies bien parados sobre la tierra para no dejar que la corriente te lleve por
un camino sin rumbos hasta llegar en convertirte en un muñequito de papel sin moral
en las instituciones y tan solo por recibir beneficios que al final del camino no
tienen valor .
Nos seguimos leyendo.
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